Andrea Flores Ruiz - Familia Incluyente AC
¿Congruencias?
En esta ocasión me gustaría aprovechar este espacio para hacer una reflexión sobre los discursos y las acciones. Dicen por ahí que no hay peor tragedia que la incongruencia, o sea el decir una cosa y hacer otra completamente diferente. Sería mucho mejor solo actuar, o incluso hablar de forma políticamente incorrecta, pues así, quien escucha, sabrá con certeza en dónde está parado.
¿Por qué abordo este tema en una columna de discapacidad? Porque es uno de los principales obstáculos para la inclusión de Personas con Discapacidad, pues ante la incongruencia, es muy difícil cristalizar un cambio que impacte en la vida de las personas.
Últimamente, he tenido la oportunidad de convivir con una gran variedad de personas; extranjeras, de muy diversas culturas, ideologías, creencias, estratos socio económicos, posiciones políticas o de autoridad, etcétera. En medio de esta diversidad de pensamientos es increíble el consenso que existe en el discurso sobre la inclusión de Personas con Discapacidad y la necesidad imperante de llevarla acabo.
Sin embargo, a la hora de observar las acciones caigo en cuenta de la incongruencia con el discurso y me surge la pregunta: ¿es acaso la inclusión un ideal utópico?Después de mucha observación y reflexión, he llegado a la conclusión de que el ser humano siempre es congruente con sus valores y creencias, pero éstos no siempre salen a la luz, sino solamente aquello que es políticamente correcto. Pondré un ejemplo.
Durante las vacaciones, estuve 15 días en un poblado de Estados Unidos, un país de primer mundo, donde la inclusión de Personas con Discapacidad no se discute y, en apariencia, la accesibilidad para ellas es una realidad. Sin embargo, paseando por distintas poblaciones y estados, solo vi tres Personas con Discapacidad en espacios públicos y sólo una laborando, lo que me hizo cuestionar, ¿qué está pasando? ¿acaso tengo muy mala suerte y no puedo verlos?
Empecé entonces a observar comportamientos y a indagar creencias. Me di cuenta que en un parque de diversiones no podía disfrutar sola del atractivo por seguridad; que se dirigían con mis acompañantes, aunque ellos no hablaran inglés y yo sí; que las Personas con Discapacidad sí van a disfrutar de espacios públicos, pero en grupo y bajo situaciones controladas. Las Personas con Discapacidad cuentan con todos sus servicios médicos y de rehabilitación de primera calidad, pero no salen de sus casas y yo, siendo turista extranjera con discapacidad, no podía pasear de forma independiente a falta de un transporte público accesible.
En nuestro país cualquier mexicano sabe y aparenta estar convencido de la necesidad de inclusión hacia las Personas con Discapacidad, pero esto no se refleja en comportamientos sociales, en políticas públicas ni en oferta de servicios.
Llego a la conclusión de que nuestras más profundas creencias sobre la discapacidad no han cambiado, seguimos pensando en ella de una manera lastimosa y discriminatoria, que devalúa y excluye a quien la vive. Por lo tanto será muy difícil echar a andar la inclusión, aún más cuando el discurso es políticamente correcto y parece atar de manos a todos.
¿Qué hacer? Creo que para alcanzar el cambio que queremos debemos dejar a un lado el discurso políticamente correcto, ser honestos y expresar lo que sinceramente creemos, y, para quienes escuchamos, olvidar nuestros propios prejuicios y dejar de tacharla sinceridad con términos como discursos de odio o discriminatorios, y comenzar a escuchar lo que hay en el corazón del otro. Esto nos dará una oportunidad de un diálogo honesto que genere cambios desde el corazón y que, con disposición y trabajo, estos se reflejen en acciones. De lo contrario seguiremos escuchando discursos ‘correctos’ pero vacíos, carentes de significados y de acciones.
Para concluir te hago una pregunta, tú, quitando todo lo que ‘deberías’ pensar, ¿Qué piensas acerca de la discapacidad? ¿Qué es lo que argumenta ese pensamiento?¿Habría manera de enriquecerlo?